Un buen Clima Laboral no asegura personas felices; Personas felices siempre crearán un buen Clima
humberto@beeon.co
Cada vez más empresas invierten importantes recursos en crear entornos laborales atractivos para sus empleados actuales y potenciales. Es común ver la implementación de programas de beneficios tales como la salud prepagada, horario flexible, trabajo desde la casa, menos horas en la jornada laboral de los viernes, día de la familia, fiesta para los hijos de los empleados, fiesta de fin de año y paquetes salariales atractivos.
Todos los años se publica la lista de las mejores empresas para trabajar, donde el ranking se hace según un conjunto de criterios que otorgan puntos para la calificación. Las empresas, cuando consideran que están listas para recibir buenas calificaciones en las encuestas, deciden participar en la comparación y celebran cuando quedan en los primeros lugares, por la exposición y posicionamiento que les da en el mercado. Recuerdo que en una muy buena compañía en la que trabajé hace algunos años, teníamos como meta mejorar nuestra posición en el ranking, año tras año, hasta ser la mejor empresa para trabajar en Colombia. Las acciones que se implementaban iban dirigidas a cubrir las oportunidades de mejora que teníamos en el clima laboral y el resultado no se hacía esperar; mejorábamos en la encuesta de clima y en el ranking de las mejores empresas para trabajar en Colombia.
Yo celebro que cada vez haya más empresas interesadas en que su gente tenga un buen lugar para trabajar. Eso es importante y muy necesario, ya que la competencia hoy en día no se da solo en el terreno de los clientes, sino también en el de la fuerza laboral.
Dicho lo anterior, vale la pena mencionar que un muy buen lugar para trabajar no es lo mismo que un lugar donde trabajan personas felices. De hecho, es muy posible que una compañía esté muy bien calificada en su clima laboral y su gente no sea feliz en sus trabajos. ¿Cómo es esto posible?
El clima laboral mide lo agradable que es el entorno en el cual se mueven sus empleados (el lugar físico, la cultura, el estilo de liderazgo, el salario, etc.). La felicidad, por otro lado, mide el estado de bienestar y satisfacción interior de las personas. Un mal clima laboral no ayuda a que su gente sea feliz y un buen clima laboral no hace que su gente sea feliz. El clima laboral es un factor externo e higiénico para la felicidad de las personas; o sea, una condición mínima para que una persona disfrute su trabajo.
Si bien, un buen clima laboral no asegura empleados felices, empleados felices sí aseguran un buen clima laboral. Resulta mejor invertir en la felicidad de los empleados, que en un buen clima laboral.
Hace unos días un gerente de Talento Humano pedía ayuda porque le habían recortado el presupuesto de beneficios para los empleados. Sabía que, al eliminar varios de estos beneficios, habría una fuerte afectación en el clima y en la satisfacción de la gente. Esto es justo lo que pasa cuando nos gastamos recursos en programas que lo que buscan es crear un ambiente externo para que las personas se sientan bien en sus trabajos. Esto no es sostenible y, por más que aumentes los beneficios, no harán a las personas más felices. Es más, como lo decía otro gerente de Talento Humano, termina volviéndose “paisaje”.
¿Qué pueden hacer entonces las empresas para que su gente sea feliz en sus trabajos?
Lo primero es tener claro que las empresas no son responsables de la felicidad de su gente, ya que esta es una decisión personal. Lo que sí pueden y deberían hacer las empresas es ser facilitadores y catalizadores para que su gente sea feliz. La felicidad es una competencia que se puede medir, aprender e inspirar, por lo que, así como existen talleres para desarrollar diversas competencias organizacionales, existen talleres para desarrollar en las personas las competencias para vivir la vida desde una actitud de felicidad, más empoderadas y con mayor disfrute, lo que se traduce en el despliegue del máximo potencial y actitud de servicio de cada una de ellas. Este tipo de iniciativas logran transferirle la responsabilidad de la felicidad a las personas, al hacerlos conscientes de su capacidad de ser felices y darles herramientas prácticas para desarrollar esa capacidad, tanto en su vida personal, como profesional.
La invitación es a que, desde la alta dirección, se hagan replanteamientos de los programas y planes de beneficios, para orientarlos hacia el fortalecimiento de las competencias para que su gente desarrolle su capacidad de ser feliz, en su vida personal y en su vida laboral, ya que, cuando las personas están felices en lo que hacen, son capaces de desplegar su máximo potencial, lo que se refleja en mayor bienestar, mayor retención, mayor productividad y un mejor clima laboral.
El resultado: mejores personas, mejores familias, mejores comunidades y mejores empresas generando riqueza y bienestar económico y humano.